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ireth

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@-`-- He vuelto a tener ese sueño, me levanto y voy a buscarte. Ya hemos llegado. Nos tumbamos sobre un manto de amarillas margaritas, tulipanes de carmín, irisados lirios, bermellón de amapolas y nevadas azucenas que nos sumergen en un estado de somnolencia del cual despertamos con los trinos más agradables. Un arco-iris surge a nuestros pies, nos miramos y nuestros ojos sonríen. Su luz nos lleva al lugar donde habita la magia. El cielo añil se oscurece, el sol nos dice adiós y aparece la capa más inmensa de estrellas. De la luna descienden hadas que dan vueltas a nuestro alrededor. La pureza de su albor no se debe a sus dorados cabellos ni a sus níveos vestidos, sino al candor de su alma. Su inocencia se adentra en nuestros cuerpos y nos tornamos infinitas... Este es el lugar donde lo abstracto se hace sensible. La ingravidez nos domina, nuestros gestos son gráciles y nuestros cuerpos, etéreos. Somos ligeras, pero nuestro espíritu contiene la esencia de todas las cosas. Una brisa helada, de esas que encienden el corazón, nos envuelve y nos susurra algo al oído. Observamos los árboles; sus hojas se mueven, pero no es capricho del viento: están danzando. Seres de la mayor belleza, jamás imaginada, se acercan a nosotras y nos llevan de la mano. La naturaleza entera baila y nos unimos a ella.

Cierro los ojos y despertamos en el prado, que nos desprende de la fantasía. Nuestras miradas hablan, iluminadas por lo vivido, pero temerosas por el mañana. ¿Cómo continuar nuestra existencia en una realidad dominada por la oscuridad y el dolor?

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